El "poder" de nuestros pensamientos y creencias

O sobre cómo estos se mezclan con recuerdos y emociones, y suelen ocasionar que terminemos sintiendo que nos ahogamos sin remedio

7/28/2025

¿Por qué mi cabeza se empeña en montarme películas que no son?

¿Por qué en el momento no soy capaz de ver nada claro?

¿Por qué, a pesar de que luego lo pienso y soy capaz de razonarlo, sigo haciendo lo mismo?

La gente dice que no le dé importancia, ¿por qué yo no puedo?

¿Por qué le doy tantas vueltas a esto?

Son preguntas que nos hacemos a menudo; y muy buen ejemplo de la idea que os quería trasladar con este post: nuestras creencias están constantemente filtrando nuestro pensamiento.

Y digo nuestro pensamiento y no nuestra realidad, porque no solo altera lo que estamos viviendo ahora, si no también qué detalles se llevan más mi atención, de qué me voy a acordar luego, y qué "versión" recupero de mi memoria a largo plazo (porque nuestra memoria no es una cámara que retransmite fidedignamente la realidad). Esto se llama sesgo de confirmación (preguntar a CHATGPT para una explicación más técnica).

Habría otro punto importante que señalar antes de poder explicar más detalladamente esta idea: no solo filtra nuestros pensamientos, si no que a la vez hace que conectemos con ciertas emociones, haciendo que un hecho "aparentemente neutro", tenga un impacto importante para la persona.

Por ejemplo: vemos a alguien conocido por la calle, pero no estamos seguros de si es esta persona o no, o si se acordará de nosotros, además vamos con prisa, así que decido no saludar. Para una persona este hecho no tiene mayor transcendencia. Seguramente no se acuerde de más, ni se acuerde que pasó esto. Para alguien que tiene la creencia de que "eres antisocial, borde, no le caes bien a la gente, eres un bicho", seguramente se quede pensando en ese instante muchísimo tiempo, dándole vueltas, y haciéndose muy grande el pensamiento de "ves, otra vez lo has vuelto a hacer, y seguro que la otra persona te ha visto y ahora piensa que eres un sieso, y que te crees mejor que él, tendrías que haberle saludado, es que no cambias". De hecho, esta persona 2 seguramente la próxima vez que se encuentre con este conocido, intente rehuirle o se sienta superculpable, a lo mejor busca ser el primero en decirle que no le saludó para hacer ver que no era su intención ser mala persona. Y muy probablemente su conocido nisiquiera se acuerde de que se cruzaron por la calle (si es una persona del tipo 1; o quizás se lo haya tomado supermal, si también tiene ciertas creencias).

El caso, es que nuestras creencias están CONSTANTEMENTE operando en un segundo plano. Y ser consciente de esto es muy complejo. Es como la primera vez que miras a un cielo nocturno donde se ven claramente la estrellas. Hay tanto donde mirar que abruma. Y si intentamos buscar constelaciones concretas al principio cuesta, pero está ahí. Todos tenemos creencias, las necesitamos, nuestro cerebro necesita tener patrones para interpretar el mundo. El problema es cuando esos patrones son rígidos y/o funcionan sin que seamos conscientes de ellos, porque eso supone estar a merced del viento, ser una veleta que en función de hacia dónde sople, nos va a llevar a una dirección u otra. Esa, de hecho, es la respuesta a las preguntas iniciales.

Para intentar hacer este texto lo más práctico y comprensible posible, aquí van algunos ejemplos de creencias y la implicación que tienen luego para la persona. Os pongo entre paréntesis la parte de la creencia que va implícita y nos cuesta todavía más ser conscientes (por favor, léelo siendo consciente de que es posible que a tí, en tu caso particular, no te encajen):

  • "Tengo que hacer las cosas tal y como lo tengo en mi plan mental de cómo es alguien productivo (porque si no llego a eso significará que soy un fracaso y un inútil (y cuando era pequeño que sacase muy buenas notas suponía que mis padres me felicitaban y mostraban afecto por mí así que he asociado el conseguir objetivos con valía persona))" = elevado nivel de autoexigencia, frustración constante, ausencia de descanso y autocuidado, explosiones emocionales cíclicas.

  • "Soy muy servicial con las personas de mi entorno porque si no siento que no me van a querer (mis necesidades pueden esperar, yo soy capaz de echarme cosas a la espalada así que puedo atender a todo antes que a mí, porque eso sería egoísta)"= no límites a las demandas de las otras personas, atención constante hacia los demás y anulación de las necesidades propias, hiperalerta ante señales que pueden significar que la otra persona se molestó, no atender deseos propios, agotamiento mental.

  • "Yo no soy capaz de hacer las cosas por mí sola, soy un desastre" = falta de compromiso con metas personales, procrastinación, búsqueda de aprobación externa.

  • "Soy un coñazo, no soy una persona valiosa mis amigos están conmigo por pena" = hiperalerta ante cualquier señal que pueda ser interpretada como rechazo, tendencia a no participar en planes, falta de conexión con el grupo.

Fijaos que red más compleja, que termina generando una profecía autocumplida en la mayoría de casos. Y algo importante: termina haciendo que actuemos guiados por esa creencia, más que por lo que está pasando en el presente, o teniendo en cuenta nuestras capacidades o lo que es importante o valioso para nosotros en cada situación.

Si es complejo ser consciente del alcance que tienen esas creencias, hay un escalón más de complejidad que es conocer cuándo o dónde se han formado. Desde que somos niños estamos viviendo cosas que van a forjar esas creencias. No necesariamente ha ocurrido un gran evento que impacta en nosotros, o que nuestros padres no nos dieron la atención que necesitábamos; so muchísimas más variables: cómo me trató mi grupo de amigos, si me vi solo/a ante cierta situación que para mí era estresante; cómo me trataron otros adultos de referencia (familiares, profesores), qué mensajes me llegaban de ellos ("eres un diablillo"; "tú no sirves para estudiar", "ai es que él/ella es así").

Es el trabajo explícito y consciente en sesión el que permite mirar lo que nos duele y ser consciente de qué creencia hay al fondo de aquello que nos hace perder los estribos. En algunas ocasiones tenemos que poner el foco en nosotros mismos, querernos y tratarnos mejor; otros, en abordar de forma diferente la frustración, o la relación con los demás...

Hoy quiero que te quedes con esa idea, e intentes buscar qué piensa tu cabeza ante ciertas situaciones que no te gusta cómo reaccionas, o que son complicadas para tí. Escúchate, ten paciencia contigo. Sé un observador tomando notas. Esas notas son valiosas.